Era un día muy lluvioso, me había parado unos segundos a
mirar como caía la lluvia en el exterior, las gotas de agua se deslizaban por
el cristal, cuando de repente a lo lejos le vi, como un rayo
de sol entre la tempestad.
Corrí, hacía la puerta, me quedé mirando un momento
y vi que seguía acercándose sin importarle en ningún momento la lluvia,
el entusiasmo ante aquella situación me sobrecogió y entonces yo corrí a su lado.
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