Día 23 de Diciembre de 20…
Buenos días, querido diario. Te preguntarás quién soy, pues bien soy Charlie, un pequeño perrito Yorkshire.
Y sí, es extraño que un perro escriba un diario, pero cosas más raras se han visto, ¿no? Bueno,pues bien, aquí estoy en una mañana soleada y fría típica de esta época del año, con mi adorada familia, compuesta por tres humanos, un perro (ese soy yo) y tres ruidosos y escandalosos pájaros.
Y bien,¿ por qué empezar un diario y justo este mismo día?, pues está, claro por la Navidad y ¿Qué tiene de especial la Navidad ? Pues, para mí, que mis dueñas estén en casa y así no tengo que estar solo durante el día.
Tras una larga y acogedora noche en la cama de mi dueña más joven “Erin” me estiré y comencé a llorar para que me abriese la puerta e ir a despertar a mi dueño “Potter”. Cuando conseguí que me abriese la puerta corrí y brinqué en la cama de mi amo para que se levantase y me sacase a hacer mis necesidades y dar un pequeño paseo mañanero.
Potter coge mi cadena, me abrocha y yo salto de alegría. Nos metemos en el ascensor, él se abrocha bien su abrigo y saca un cigarrillo y cuando estamos en la calle lo enciende. Andamos sin prisa, dándome tiempo para que pueda hacer mis cositas tranquilamente, subimos una calle, bajamos, subimos por otra, marco un árbol, marco otro y cuando ya estoy preparado tiro de la cadena indicando que es el momento de volver a casa.
Allí está “Cadi”, la mujer de Potter, aunque esto ya se daba por hecho, con mi desayuno preparado, corro triunfante para ver lo que tengo pero bagh!!, otra vez el mismo y aburrido pienso, los miro con resignación pero ellos niegan con la cabeza, lo vuelvo a mirar y a comer.
Después de salir y desayunar, vuelvo a la cómoda cama de Erin y me acurruco a su lado, para echarme una siesta hasta que ella quiera levantarse.
Erin me acaricia la cabeza, indicándome que ya es hora de levantarse otra vez, por lo que me estiro, bajo de la cama y la espero, ella con tranquilidad sale, se pone sus zapatillas y me dice alguna frase que supongo que es cariñosa por el tono en que lo dice. Los dos salimos de la habitación pero con rutas distintas ella al baño y yo al sofá junto con Cadi, donde me tumbo otra vez.
Sí, soy un poco vago, pero por eso viene la frase de eres un poco perro, yo por lo menos tengo excusa, “Soy un perro”.
Durante la mañana, mis dueñas se mueven de arriba para abajo por la casa y yo las observo comiendo mi hueso, que ellos me dieron con muy mala leche porque está muy duro.
A la hora de la comida, no me separo de mis dueñas que se sientan en la mesa y yo muy zalamero ando de un lado para otro para ver si me cae algo, y es un poco difícil porque Erin no me da nunca nada, ni aunque la de besitos, le ponga ojitos, le de con la pata ella ni se inmuta, pero con Cadi…. con Cadi es pan comido, me pongo a su lado miro a su plato la miro a ella y después al plato y ahí está un trocito de lo que sea.
Después de comer, toca siesta, me tumbo en el sofá, me espanzurro y duermo plácidamente, pero como si lo hiciesen aposta, el teléfono suena, toca el timbre de la puerta…. y así hasta la hora de salir. La siesta fastidiada. Cuando ya el día se esta poniendo oscuro y no con muy buena pinta, corro hasta Cadi, salto sobre ella y le pido por favor salir.
Como es costumbre ella coge su abrigo, la correa y a diferencia de Potter ella me coge en brazos, para que no me pase nada, no se da cuenta de que soy mayor, ya tengo cinco años en edad humana y 35 en edad perruna, por lo que soy bastante mayor.
Cuando salgo a la calle corro a mi árbol favorito, hago pis y a dar otro paseíto, que si arriba que si abajo, un perro, otro, ¡no os acerquéis que me dais miedo!.
Cuando volvemos a casa, me planto junto al plato y exijo mi comida “Por favor que sean macarrones, que sean macarrones” cierro mis ojos esperando el suculento manjar que me toca. Uno, dos, tres y…. otra vez el dichoso pienso, que asco, la miro suplicante, pero vuelve a negar. Un día de estos se van a enterar.
Después de la cena cojo la pelota, para jugar un rato, se la planto delante a Erin y ella me la lanza, corro detrás de la pelota, que rebota en las paredes, arriba, abajo, izquierda, arriba y yo como tonto la sigo, cuando por fin la cojo, corro a Erin para que me la vuelva a lanzar, pero… cuando me la va a quitar comienza de verdad mi juego, un pilla-pilla. Corro, Erin me sigue, corro continúa detrás de mí, vuelvo a correr, Erin al final se sienta.
Y esto es la base de un buen perro zalamero, porque aunque con la comida no cuele con el juego, con el juego sí. Me pongo al lado de Erin, le dejo la pelota en el suelo y la empujo un pelín chiquitín con el hocico. Ella sonríe coge la pelota y me la lanza, pelota arriba, abajo, derecha, abajo, arriba, otra vez, y a correr , vuelvo a correr con la pelota entre mis dientes, y corro hacia un lado, hacia otro y Erin me sigue , vuelvo a correr y Erin se sienta cansada ya , ahora si que no cuela la zalamería.
Rendido, espero a Potter, y al cabo de un rato oigo las llaves antes que nadie y corro, se abre la puerta y allí estaba Potter con su sonrisa, anda por el pasillo y corro tras el subiendo por sus piernas, saltando y por fin me coge, le doy besitos en la cara .Potter dice que soy el que más le quiere de la casa y me sigue acariciando.
Ya el día se acaba, Erin me llama, hasta mañana diario, ahora toca dormir.
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